sinfonia de belleza encarnada
viernes, 5 de octubre de 2012
La celebracion del lagarto-the end
Creo que no me voy a cansar nunca de darle vueltas a algunas cosas.entre ellas de mis preferidas sin dudas estan The doors y Jim Morrison ..
del grupo dirè que fueron los encargados del paisaje sonoro de los cantos y prosas de Jim y ¿que decir del creatìvo y catedràlico òrgano de Ray Manzarek, de la viola ubicua, plastica, los clasiscismos y el gusto por lo hindù y los sonidos de slide del genial robby krieger; o de la bateria de John Densmore, con su dominio y adaptabilidad a los mas disìmiles paisajes sonoros?¿De los geniales blues,las crìpticas poesìas y lo flashera de la mùsica?
¡Que se yo! del miedo de que jim mande todo a la mierda y se termine la oca de los huevos de oro, de Pamela queriendo que jim se vaya de los doors(el efecto yoko una vez mas) y a la vez soportando el efectivo con el que hacia vivir su tienda de ropas cool.de las borracheras de jim y los desmanes, de todos los porros que fumaban y acidos que tomaban,de la generacion beat,la guerra de vietnam,los 60/70, de Jung. Los chamanes y los paisajes 8 interiores de jimbo.De que si se hacia el crooner,de dioses griegos y de el gordo barbucho al que le importaba todo mas o menos un carajo y del cariño que despierta que alguien haya vivido con tanta intensidad.
y es una cuenta redonda que si vivis rapido,tambien moris rapido. O otra cita que decia mas o menos asi como que los amados de los dìoses mueren jovenes.
Aunque si que le hubiera gustado ser reconocido como un gran poeta. son Cosas bastante sabidas en general y diran,¿Por que hace esta fucking introduccion ? bue por que se me cantò el culo y como pie para dejar el videito y la letra de el tema del titulo,ni hablar que no traducì nada y lo rescatè de internet todo. el video de youtube,la letra del blog de:http://losmundoscolisionan.blogspot.com.ar y el ensayo pertenece a Robert Baca Oviedo . Agradecido eternamente
bien.alguna son cosas repetidas pero me pareciò piola aglutinarlas como para que esten en otro lugar tambien y que no se pierda .
Mi ritual pagano
Bien ,monto mi pequeño ritual pagano : con un cuchillo afilado despunto unas gotas de sangre de mi dedo indice de la mano derecha.salpìco el monitor ,hago una meditacion-plegaria bendiciendo y pidiendo favorables auspicios-tomo otro poco de soma... y cuando termino de juntar mi energia a la altura de mi hara,aglutino con gran intensidad del inconsciente colectivo las imagenes que antes describì, infundo de energìa a estas palabras electronicas, por que aunque no lo creas, tambien la matrix se transforma si le ponemos intenciòn-software .
me preparo a celebrar.
"Todos somos pedos en el aire le dijo Don Juan a Carlos"
-Aca la letra en castellano de la celebraciòn del lagarto .
"LA CELEBRACIÓN DEL LAGARTO"
Leones en la calle y perros
Vagabundos en celo, rabiosos, espumajeando
Una fiera enjaulada en el centro de la ciudad
El cuerpo de su madre
Pudriéndose en la tierra de verano
Huyó de la ciudad
Fue hacia el sur y cruzó la frontera
Dejó el caos y el desorden
Allí detrás a su espalda
Una mañana se despertó en un verde hotel
Con una extraña criatura gimiendo a su lado
El sudor rezumaba de su brillante piel
¿Estamos todos dentro?
La ceremonia está a punto de comenzar
¡Despierta!
No puedes recordar donde fue
¿Ha terminado este sueño?
La serpiente era de oro pálido
Vidriosa y retorcida
Nos daba miedo tocarla
Las sábanas eran insoportables prisiones desiertas
Y ella estaba a mi lado
Vieja, ella no es... joven
Su oscuro pelo rojizo
La suave piel blanca
Ahora, ¡corre al espejo del baño!
¡Mira!
Ella está llegando
No puedo soportar cada lento siglo de sus sacudidas
Dejo que mi mejilla resbale
Por la fresca y lisa baldosa
Siento el agradable frescor de la sangre picante
El meloso silbido de las serpientes de lluvia
Antes yo tenía un jueguecito
Me gusta arrastrarme hasta el interior de mi cerebro
Creo que ya sabes a que juego me refiero
Hablo del juego llamado "volverse loco"
Ahora deberías intentar este jueguecito
Sólo cierra los ojos, olvida tu nombre
Olvida el mundo, olvida a la gente
Y erigiremos un campanario diferente.
Este jueguecito es muy divertido
Sólo cierra tus ojos, nunca se pierda
Y yo estoy aquí, yo también juego
Relájate, nos estamos abriendo paso
Retrocediendo hasta las profundidades del cerebro
Retrocediendo más allá de mi dolor
De vuelta donde no llueve nunca
Y la lluvia cae suavemente sobre la ciudad
Y sobre las cabezas de todos nosotros
Y en el laberinto de torrentes abajo
La quieta presencia sobrenatural
De los inquietos habitantes de la colina
En las suaves colinas de los alrededores
Abundan las serpientes
Fósiles, cavernas, alturas de aire frío
Cada casa repite un molde
Ventanas laminadas
Un vagón de fieras encerradas hasta la mañana
Ahora todo duerme
Silenciosas alfombras, espejos huecos
Polvo ciego bajo las camas de parejas legales
Envueltas en sábanas
E hijas
Presumidas con ojos de semen
En sus pestañas pezones.
¡Espera!
Aquí ha habido una masacre
No te detengas a hablar o mirar
Tus guantes y abanico están en el suelo
Estamos saliendo de la ciudad
Nos escaparemos
Y quiero que tú vengas conmigo
No tocar la Tierra
No mirar al sol
No queda nada por hacer más que
Correr, correr, correr
Vamos a correr, vamos a correr
La casa en la colina
La luna reposa tranquila
Las sombras de los árboles
Demuestran la salvaje brisa.
Venga chica, corre conmigo
Vamos a correr
Corre conmigo
Corre conmigo
Corre conmigo
Vamos a correr
La mansión es cálida en lo alto de la colina
Con muchas habitaciones muchas comodidades
Rojos son los brazos de las lujosas sillas
Y no sabrás nada hasta que estés dentro.
El cadáver del presidente muerto en el coche del chofer.
El motor corre sobre goma y alquitrán
Ven, no iremos muy lejos
Hacia el este a reunirnos con el Zar.
Corre conmigo
Corre conmigo
Corre conmigo
Vamos a correr
Algunos forajidos viven a la orilla del lago
La hija del ministro está enamorada de la serpiente
Que vive en un pozo a un lado del camino,
Despierta chica, estamos llegando a casa.
Sol, sol, sol
Quema, quema, quema
Luna, luna, luna
Te alcanzaré
¡Pronto!
¡Pronto!
¡Pronto!
Soy el rey Lagarto
Puedo hacer cualquier cosa
Deja sonar las campanas del carnaval
Deja cantar a la serpiente
Déjalo todo
Hemos bajado
Por ríos y autopistas
Hemos bajado
Por bosques y cascadas
Venimos de Carson y Springfield
Venimos de una Phoenix encantada
Y puedo decirte
Los nombres del reino
Puedo decirte
Las cosas que sabes
Atendiendo a un puñado de silencio
Trepando por bosques en la oscuridad.
Durante siete años habité
El disoluto palacio del exilio
Jugando extraños juegos
Con las chicas de la isla
Ahora he regresado
A la tierra del justo y el fuerte y el sabio
Hermanos y hermanas del pálido bosque
Oh hijos de la noche
¿Quién de vosotros escapará a la persecución?
Ahora llega la noche con su legión purpúrea
Volved ahora a vuestras tiendas y a vuestros sueños
Mañana llegaremos a la ciudad donde nací
Quiero estar preparado.
Su oscuro pelo rojizo
La suave piel blanca
Ahora, ¡corre al espejo del baño!
¡Mira!
Ella está llegando
No puedo soportar cada lento siglo de sus sacudidas
Dejo que mi mejilla resbale
Por la fresca y lisa baldosa
Siento el agradable frescor de la sangre picante
El meloso silbido de las serpientes de lluvia
Antes yo tenía un jueguecito
Me gusta arrastrarme hasta el interior de mi cerebro
Creo que ya sabes a que juego me refiero
Hablo del juego llamado "volverse loco"
Ahora deberías intentar este jueguecito
Sólo cierra los ojos, olvida tu nombre
Olvida el mundo, olvida a la gente
Y erigiremos un campanario diferente.
Este jueguecito es muy divertido
Sólo cierra tus ojos, nunca se pierda
Y yo estoy aquí, yo también juego
Relájate, nos estamos abriendo paso
Retrocediendo hasta las profundidades del cerebro
Retrocediendo más allá de mi dolor
De vuelta donde no llueve nunca
Y la lluvia cae suavemente sobre la ciudad
Y sobre las cabezas de todos nosotros
Y en el laberinto de torrentes abajo
La quieta presencia sobrenatural
De los inquietos habitantes de la colina
En las suaves colinas de los alrededores
Abundan las serpientes
Fósiles, cavernas, alturas de aire frío
Cada casa repite un molde
Ventanas laminadas
Un vagón de fieras encerradas hasta la mañana
Ahora todo duerme
Silenciosas alfombras, espejos huecos
Polvo ciego bajo las camas de parejas legales
Envueltas en sábanas
E hijas
Presumidas con ojos de semen
En sus pestañas pezones.
¡Espera!
Aquí ha habido una masacre
No te detengas a hablar o mirar
Tus guantes y abanico están en el suelo
Estamos saliendo de la ciudad
Nos escaparemos
Y quiero que tú vengas conmigo
No tocar la Tierra
No mirar al sol
No queda nada por hacer más que
Correr, correr, correr
Vamos a correr, vamos a correr
La casa en la colina
La luna reposa tranquila
Las sombras de los árboles
Demuestran la salvaje brisa.
Venga chica, corre conmigo
Vamos a correr
Corre conmigo
Corre conmigo
Corre conmigo
Vamos a correr
La mansión es cálida en lo alto de la colina
Con muchas habitaciones muchas comodidades
Rojos son los brazos de las lujosas sillas
Y no sabrás nada hasta que estés dentro.
El cadáver del presidente muerto en el coche del chofer.
El motor corre sobre goma y alquitrán
Ven, no iremos muy lejos
Hacia el este a reunirnos con el Zar.
Corre conmigo
Corre conmigo
Corre conmigo
Vamos a correr
Algunos forajidos viven a la orilla del lago
La hija del ministro está enamorada de la serpiente
Que vive en un pozo a un lado del camino,
Despierta chica, estamos llegando a casa.
Sol, sol, sol
Quema, quema, quema
Luna, luna, luna
Te alcanzaré
¡Pronto!
¡Pronto!
¡Pronto!
Soy el rey Lagarto
Puedo hacer cualquier cosa
Deja sonar las campanas del carnaval
Deja cantar a la serpiente
Déjalo todo
Hemos bajado
Por ríos y autopistas
Hemos bajado
Por bosques y cascadas
Venimos de Carson y Springfield
Venimos de una Phoenix encantada
Y puedo decirte
Los nombres del reino
Puedo decirte
Las cosas que sabes
Atendiendo a un puñado de silencio
Trepando por bosques en la oscuridad.
Durante siete años habité
El disoluto palacio del exilio
Jugando extraños juegos
Con las chicas de la isla
Ahora he regresado
A la tierra del justo y el fuerte y el sabio
Hermanos y hermanas del pálido bosque
Oh hijos de la noche
¿Quién de vosotros escapará a la persecución?
Ahora llega la noche con su legión purpúrea
Volved ahora a vuestras tiendas y a vuestros sueños
Mañana llegaremos a la ciudad donde nací
Quiero estar preparado.
aca the end y el ensayo mas abajo
Iniciar un viaje hacia el interior de James Douglas Morrison desde
una perspectiva hasta ahora quizás no abordada, es un trabajo que
tratará de romper ciertas máscaras con las que el vocalista de The
Doors se dio a conocer en el mundo de la música y en la sociedad
norteamericana en general. La pretensión de nuevas propuestas en lo
respecta a los instrumentos musicales y la innovadora distribución de
los elementos escenográficos no sólo ha sido tema para que este grupo
haya sobrevivido a la posteridad; la primera voz de la banda se
convirtió para el otro en un producto mercantil que nos plantea el
sistema, el ídolo musical, en esa especie de modelo que la masa se
empecina a seguir. Pero a esta valoración se le adjuntó otro sentido
más dejándosele encasillar en lo que se percibió a simple vista: una
vida desbordante de escándalos donde todos los excesos forman parte de
la cotidianidad del artista musical de la década de los setentas.
Algunos críticos han obviado, entonces, aprehender el objeto variando
de perspectiva, olvidando interactuar con elementos que les parecieron
irrelevantes. El material simbólico recogido para este análisis
psicocrítico es un conjunto de poemarios publicados paralelamente a
su trabajo discográfico. Aspiramos, de esta manera, a la importancia
que tiene el texto literario dentro del campo psicoanalítico y cómo a
través de éste el artista manifiesta contenidos de su naturaleza
interna que no podrían ser previstos por los rasgos de su biografía.
Junto con algunos aspectos biográficos que nos ayudará a comprender
ciertos detalles de su comportamiento dentro del entorno social
trataremos de dar conocer cómo las categorías jungianas se
movilizaban de forma dinámica dentro de la psique de Jim Morrison.
Para el hombre la creación de juego como categoría vital primaria va
relacionada con la determinación de reglas. Éstas permiten crear un
espacio delimitado donde la actividad lúdica discurre al mismo tiempo
que comienza a conocer su situación dentro del cosmos. A partir del
juego el hombre desarrolla su capacidad creadora, transforma su realidad
a partir de sus sentidos ajustándola a sus necesidades, a sus
criterios de supervivencia. Entonces el lenguaje como actividad lúdica
esta relacionada con la creación de las primeras sociedades. El hombre
establece reglas para permanecer en armonía con el otro, para generar
un equilibrio entre su instinto y su relación con los demás y con el
mundo. Así el culto por lo sagrado se ve relacionado con el mito, las
imágenes fantásticas que explican nuestra comunión con el universo se
ven teñidas por una reproducción deliberada de nuestra imaginación. O
como diría Huizinga al momento explicar a su Homo Ludens:
“la comunidad primitiva realizaba prácticas sagradas, que le sirven
para asegurar la salud del mundo, con sus consagraciones, sus
sacrificios y sus misterios, en un puro juego, en el sentido verdadero
del vocablo.”
Las sociedades humanas en proceso único de evolución tienen una base
en estas reglas que partieron en un principio como simple juego. La
realidad comprendida desde el punto de vista del hombre es un espacio
sagrado, un escenario donde cada personaje representa el papel que se
le asigna cumpliéndolo con seriedad, pero estas reglas pueden ser
violables siempre y cuando no desconfigure las estructura del juego. El
tramposo, entonces, puede romper reglas, pero no el mundo mismo. Es
como romper las leyes naturales que nos rigen. Pero estas sociedades no
son regidas por una enorme estructura de leyes sino que son la
conglomeración de minúsculas sociedades, donde cada conforma sus
propias reglas, como millones de cajas chinas, una dentro de otras hasta
el infinito. Así creamos espacios sagrados donde interactuamos
asumiendo la máscara que pide las leyes del juego dado: somos cristianos
dentro de una iglesia, somos el comprador dentro de un mercado donde
hay más compradores y vendedores, o somos los espectadores de un
concierto y tenemos adelante nuestro a una banda de blues donde el
vocalista canta un sueño que tuvo:
“The killer awoke before down. He put his boots on. He took the face
from the ancient gallery and the walked on down the hall. He went into
the room where his sister lived and then, he paid a visit to his
brother and then, he walked on down the hall and he came to a door and
he looked inside. Father? Yes son? I want to kill you. Mother? I want
to fuck you all night, baby.”
El inconciente de Jim Morrison presintió este principio supralógico
del Hommo Ludens. El escenario donde llevaba a cabo los conciertos era
también un espacio sagrado, un mundo con sus propias leyes, un juego
donde él y su grupo imponían sus propias reglas a la par que el público
las asumía como suyas, leyes que implican un nuevo ordenamiento natural
de las cosas, leyes donde las que se respetan fuera de ese lugar ahora
pueden ser revertidas, obviadas, anuladas con: “Father? (…) I want to
kill you”. De esta manera se creó un círculo donde se desarrollaron
sociedades alternas a la hegemónica como pequeñas tribus solidificadas
con sus principios primitivos. Pero también intuyó a la vez que el ser
humano dentro de la sociedad usaba máscaras para ser aceptado por el
otro: “[persona] es un término que realmente se presta porque (…)
significa originalmente máscara que llevaba en el escenario el actor y
que caracterizaba el papel desempeñado.” Jung construye el concepto
de persona como una máscara que aparenta individualidad a momento de
entrar en contacto con el otro, pero no es más que un papel representado
donde el que verdaderamente habla es el inconciente colectivo que se
comunica a través de manifestaciones simbólicas del individuo. La
máscara en la letra de Morrison es, además de la persona “una concepción
primitiva que sólo puede corresponder a una constitución espiritual
arcaica”. Es un juego de relaciones entre el individuo y la sociedad
que se conectan desde sus inicios. La persona de Jim dentro de un
escenario es la máscara de una psique colectiva, de una generación que
pedía a gritos el regreso del contacto equilibrante con el universo. El
hombre había dejado de lado su carácter natural, era necesario
recuperarla cuanto antes: he ahí el despojo de la ropa, el crecimiento
de las barbas como cuestionamiento de las convenciones sociales, he ahí
la necesidad un espacio nuevo donde la tribu se avoque a sus antiguos
ritos, pero para esto el inconciente colectivo se necesita una voz guía
que concilie entre ellos y el mundo: El chamán: “He took the face from
the ancient gallery and he walked on down the hall”.
Esta dicotomía de Chamán-tribu no se llegó a desarrollar solamente
en los escenarios de los conciertos en los que se presentaron durante
la época de los setenta, sino que trasladó esta función lúdica a otros
campos. A finales de 1964 estudia cinematografía en la UCLA, donde
junto con un compañero John Debella plantea el papel del chamán dentro
de la psicología de masas: “Chamanismo -dice John-. Junto con Jim
estábamos metidos en el chamanismo: el poeta inspirado. Parte de la
vaga filosofía de los estudiantes de cine de la UCLA era difuminar la
distinción entre los sueños y la realidad.” Al finalizar el primer
año Jim presenta un proyecto de cine que se encontraba instaurado
dentro del sílabo del curso: el cortometraje tenía como hilo conductor
de la historia, imágenes de danzas indias donde el Chamán provocaba
histeria colectiva a través de sus visiones, mientras él desde el filo
de un edificio citaba una frase de Nietzsche: “Las grandes cosas deben
ponerse primero máscaras aterradoras, para que puedan grabarse en el
corazón de la humanidad”.
Jim Morrison al poseer este amplio conocimiento del Chamán, abarca
campos que tratan armonizar entre su inconciente individual y su yo
conciente. El primero ha empezado a manifestar su superioridad frente a
los demás, él como Prometeo ha robado el fuego de los dioses: “todo
este material, añadido la conciencia, da como resultado un gran
ensanchamiento del horizonte, un profundo conocimiento de sí mismo, al
que deberíamos adjudicar la facultad de ser modesto al hombre y de
humanizarlo mejor que cualquier otro factor.” El lado lúdico siente
crecer dentro sí su capacidad creadora, siente que madura. Este hombre
colectivo ha empecinado en poblar su conocimiento hacia la humanidad
renunciando quizá a sacrificar su dicha humana y a todo lo que le da
sentido y forma al hombre común de su sociedad. Jim ha comenzado a
desdeñar su lado humano para potenciar su lado creativo: “Lo humano se
sacrifica y se desangra en el artista, no pocas veces para alimentar la
parte creadora.”
Los poemas de Jim Morrison dan a conocer este estado del artista una
constante dualidad entre estos dos mundos el individual y el colectivo.
Y cómo estos luchan entre sí para, a veces, liberarse el uno del otro.
Pero antes de tocar el punto. Quisiera comenzar con un poema que
podría explicar cómo en Jim Morrison se da una identificación y un
aferramiento a los valores enterrados en la psique colectiva:
“Mira donde celebramos nuestro culto. Todos vivimos en ciudad. La
ciudad forma –a veces física, pero psíquicamente a la fuerza- un
círculo. Un juego.”
Según Jung cuando los contenidos inconcientes llegan a la conciencia,
ésta puede ser perjudicial para el individuo: puede pasar por
diferentes etapas desde a una esquizofrenia hasta llegar asimilarlo
como suyos o simplemente crear seres estrafalarios que puedan
pertenecer a un orden poseedores de poder que sólo les es dado a ellos,
privándolos de sus propios deseos: “el inconciente no sabe sólo
desear, sino sabe abolir de nuevo nuestros propios deseos.” Las
manifestaciones del inconciente de Morrison lo asimilaron hasta tal
punto que él y el público llegaron a creer necesario su plan
reivindicador del mundo. La función de profeta se inmiscuyó en la
necesidad que este público le exigía traspasar toda la estructura del
juego que se daba en los conciertos hasta a las estructuras de la
ciudad. El inconciente colectivo pedía, ahora, transpolar a otros
juegos la misma máscara, El chamán debía dirigirse a la ciudad. La
venida del massmedia contribuyó a que la sociedad devorara la imagen
del ídolo, que lo viera como la imagen sexual creadora y cuestionadora
de la época, un pequeño dios de barro que al adorarle éste difuminaba
la realidad que no querían representar; esa realidad de Vietman, de la
guerra fría: “pues cuanto mayor
es el número de individuos que se juntan, tanto más se destruyen los
factores individuales y por ende también la moralidad basada totalmente
en la sensibilidad moral del individuo y en la libertad imprescindible
para la misma.” El chamán ha olvidado que la ciudad tiene varios
círculos, varios centros con reglas distintas. Ha olvidado que la única
manera de escapar de la realidad es creando millones de
circunferencias llameantes dentro de la gran esfera con simultáneos
centros.
Para 1970, Jim Morrison publica un poemario Llamado “La Celebración
del lagarto” donde algunas imágenes se muestran como reflexiones de
antiguas manifestaciones individuales de su inconciente, narra la
historia desde un presente donde ya tiene un conocimiento total del
sí-mismo. Prepara el regreso del Chamán, pero siendo conciente del
motivo de su alejamiento de la tribu y cómo la locura lo ayudó
encontrar esta armonía consigo mismo, la reparación de su alma rota.
Postula el retraimiento de la sociedad como la única manera de resaltar
sus valores individuales, abandonar su entorno huir hacia su interior
dejando que lo domine, es la única salida para no sumirse al
inconciente colectivo: “I am the Lizzard King. I can do anything”. La
sociedad es un mounstro que puede devorarlo, una bestia que si se deja
tragar puede anular su verdadero yo: “lobos en las calles y perros
vagabundos/ en celo, rabiosos, que echan espuma por la boca./ Una fiera
enjaulada en el corazón de la ciudad/ el cuerpo de su madre/ se pudre
en suelo estival/ Él huyo de la ciudad.” Reflexiona sobre la sociedad
como un caos donde él forma parte de sus estructuras. Pero ahora ha de
dejar de ser un simple espectador para convertirse en un actante; en la
fantasía de la ficción literaria él Chamán ha decidido alejarse de su
tribu para limpiarse el corazón, el alma de los atributos banales de su
pueblo: “se dirigió al sur y cruzó la frontera/ Abandonó el caos y el
desorden/ les dio la espalda”. La madre ya no es el objeto del dominio
contemplativo con la que puede tener un acercamiento carnal, la madre
muerta representa ahora la violación del orden lúdico que se planteó
anteriormente en el pasaje de The end, se ha destruido el mundo del
juego. Sin leyes que el Chamán ya no pueda instaurar, es mejor huir del
él y su función dentro de su tribu. Inicio de la manifestación
inconciente individual: “viene hacia aquí/ no puedo vivir cada siglo de
sus lentos movimientos/ dejo deslizar mi me mejilla/ por las frescas y
suaves baldosas/ sentir el contacto de la sangre fría y viva/ los
suaves silbidos de las serpientes de lluvia.” Ha limpiado con la
naturaleza las máculas que le dejó el ser humano, la corrupción de su
alma entre la multitud se la lleva las serpientes de lluvia, lo no
hombre, lo colectivo. Dentro de la cosmogonía cristiana la serpiente,
representa la antagonía del dios bondadoso, el rey de las sombras. El
lado oscuro de la creación, el guardián del pecado: “De todos los
árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia y del
mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás”. Así la máscara de la serpiente se ha apoderado de Jim, es
una manifestación simbólica de lo individual, de lo prohibido en el
ordenamiento del mundo. Porque al tener ese desligamiento con el padre
que representa la sociedad, ahora puede hacer lo que su inconciente
mande: Es el rey Lagarto y puede hacerlo todo. El chamán de alguna
forma ha llamado a sus antiguos divinidades para que lo purifiquen: “se
trata de una imagen primitiva y genuina de la divinidad, surgida en el
inconciente de una persona moderna y productora de efecto vivo”.
Para Jung, esta imagen primitiva se presenta en el individuo a través
de las fantasías. El carácter etimológico de la serpiente ha de ser
desconocido para Morrison a primera vista, pero según se tiene
entendido al estudiar éste chamanismo hubo de tener bastante relación
con el conocimiento de los reptiles como simbología de alguna divinidad
india o al menos sobrentender las categorías cristianas a través de la
criptomnesia.
Como habíamos dicho el Chamán está narrando su proceso de
alejamiento de la tribu y lo que sucedió en su etapa curativa, desde un
presente que se implica en el poemario: “antaño tenía un juego
inocente/ me gustaba arrastrame por el interior de mi cerebro/ creo que
conoces a ese juego al que me refiero/ me refiero a ese juego llamado
volverse loco”. La locura tiene aquí un carácter de renuncia a todo
tipo de relaciones con el otro. Pero parte de un manera conciente, pasa
por un proceso de rechazar el mundo que lo rodea para comunicarse con
su mundo interior, y luego descarga todos los contenidos inconcientes
que se acumulaban y no eran expulsados concientemente. A sus inicios se
da un proceso de “individualismo [que para Jung significa] una
acentuación de la supuesta singularidad, en contraposición a
miramientos y obligaciones colectivas”. El juego, y sobre todo el juego
de la locura son estados concientes e inconcientes a la vez, donde la
reclusión trae consigo consecuencias aislantes y nada aceptables para
su entorno. Jim Morrison acentúa su adicción desmesurada al sexo,
drogas y alcohol en esta etapa su vida. Estos excesos son
manifestaciones del inconciente, se presentan como actos subversivos
contra una presión moral de una sociedad protestante que categorizaba
todo acto bajo las calificaciones de una correcta integración social o
de lo contrario un rechazo al individuo: “Sin embargo, Jim había
empezado a despreciar a sus seguidores. Llevaba meses escupiendo al
público (o a la imagen que éste sentía de él) y emborrachándose
tanto que en las actuaciones solían sentirse”. Pero el
acompañamiento de alucinógenos en su cotidianeidad formaba parte de la
filosofía del Chamán la cual éste compartía: “Relájate, estamos
abriéndonos paso hacia el otro lado. / Retrocedemos hasta lo más
profundo del cerebro/ retrocedemos más allá de mi dolor/ donde no llueve
jamás”. Sus planteamientos llegaron a coincidir con algunas tesis de
Octavio Paz. Aunque los dos abordaron el tema de la comunión con el
mundo de maneras muy distintas y con fines totalmente antagónicos, el
valor reside que ambos conciben al poeta como un chamán como un mediador
entre el universo y el hombre, un ser incomprendido por la sociedad
que lo ignora: “la sociedad moderna no puede perdonar a la poesía su
naturaleza: le parece sacrílega. Y aunque esta se disfrace, acepte
comulgar en el mismo altar común y luego justifique con toda clase de
razones su embriaguez, la conciencia social la reprobará siempre como un
extravío o como una locura peligrosa. El poeta tiende a participar en
el absoluto como el místico; y tiende a expresarlo, como la liturgia y
la fiesta religiosa. Esta pretensión lo convierte en un ser peligroso,
pues su actividad no beneficia a la sociedad.”
Tras toda la etapa de dominio que ejerce el inconciente sobre el
conciente, el individuo ha de correr el peligro que sus intereses
primarios con la colectividad se queden dispersos sin poder entrar en
el conciente. Jung plantea que la única manera de destruir esta etapa
egoísta es conociéndose a sí mismo a través de la conversión del
individuo, es decir, la individuación. Con esto no se quiere decir
que el hombre esté cayendo en otra etapa de egoísmo sino que busca la
plenitud de su peculiaridad, esto difiere enormemente del primero: “la
finalidad de la individuación no es otra cosa que liberar el sí mismo,
por un lado de los envoltorios postizos de la persona y, por otro, del
poder sugestivo de las imágenes inconcientes.” El chamán del
poemario es conciente que después de sumergirse en sus más profundos
laberintos, de explorar espacios que sin su inconciente no habría
podido contemplar su verdadera condición frente al mundo: “durante
siete años viví/ en el disoluto palacio del exilio/ y jugué a extraños
juegos/ con las chicas de las islas”. O como lo diría en una entrevista
que dio en 1969 en Los Ángeles: “Digamos que estaba probando los
límites de la realidad. Tenía curiosidad por ver que pasaría. Eso era
todo: simple curiosidad.” En la última etapa de “La celebración
del Lagarto” Jim Morrison ha demostrado sobrevivir a los conflictos que
suele desencadenar el desequilibrio entre estas dos potencias. Ahora
está dispuesto a ingresar al anillo de fuego, esta listo para
comunicarse con su aldea que ha dejado hace años, ha pactar otra vez la
comunicación con la tierra para que su tribu se cure: “Ahora he
regresado/ al país del justo, del fuerte y del sabio./ Hermanos y
hermanas del pálido bosque/ Oh, hijos de la noche/ ¿Quién entre
vosotros se unirá a la caza? Ahí está la noche con su púrpura legión./
Regresad a vuestras tiendas, a vuestros sueños./ Mañana entraremos en
la ciudad donde nací./ Quiero estar preparado”. Pero el conocimiento de
su individualidad es demasiado tarde para poder curar a la tribu. Al
Chamán se le ha otorgado otra visión: “el hombre promedio, único tipo
reconocido por la sociedad tiene que dedicar su cabeza a un sola cosa,
para poder producir el trabajo que valga.” Jim al conocerse a sí
mismo sabe que la humanidad está aún en un estado infantil donde los
hombres necesitan aún de la autoridad, la dirección y la ley. Sólo muy
pocos están llamados para ejecutar este trabajo. Ellos no han de tomar
esta tarea, sino es por una necesidad interna o como el mismo Jung
diría: “Muchos son los llamados, muy pocos los elegidos”. Para Jung con
el fin de la individuación se alcanza la sensación del sí-mismo, es
algo que se ha conseguido muy lentamente y se hizo experimentable
mediante esfuerzos y fatigas donde el yo no conforma un súbdito, es una
máscara que gira alrededor ella. Jim Morrison experimentó estas
extenuaciones para poder llegar conocerse a sí mismo “le toce el muslo y
la muerte me sonrió”. Entonces el sí-mismo como conformación total
del ser, sólo es posible ser sentida con la muerte: “el sí mismo
es también el fin de la vida, es la más completa expresión de esa
combinación del destino, que se llama individuo, y no solo le es el del
individuo aislado, sino de todo un grupo en que uno completa al otro
hasta obtener la imagen acabada.”
Jim Morrison en el último año de su vida presintió las sospechas de
Jung. De Alguna manera rechazó volver a ser el chamán del público. Su
retiro de los escenarios hizo prever, que el Chamán se había
consolidado una nueva comunión mucho más globalizante: Jim tenía un
aspecto más saludable que el habitual. Se había afeitado y había
adelgazado un poco, y de vestuario también se notaba. Ahora llevaba
camisas abrochadas, pantalones de color caqui y jersey de pico. Las
botas Frey, gastadas y casi podridas, seguían aún con él. Estaba a
punto de crear un solo círculo armónico del que hablaba Jung: La
humanidad y él mismo conformarían un solo equilibrio: la verdadera
comunión con el inconciente colectivo. Esto sólo lo habría de ofrecer
la poesía. Entonces se transformó en presagio a través de sus poemas:
“Nos esperan para llevarnos/ al jardín divino/ ¿conoces la palidez y el
impúdico temblor de la muerte?” Jim Morrison al poseer la dualidad del
artista, su proceso impersonal, lo llevó a sacrificarse de alguna
manera sobre los demás. Él previó la relación chamán-tribu que se
realizaban en los teatros o en los estadios no era suficiente, tuvo que
sacrificar su máscara para otorgarse una más totalizante. Su hecho
creador se apoderó de él para dar a conocer a través de su cuerpo la
obra artística que revelaba los secretos omnipotentes del inconciente
colectivo. Esta máscara perdura hasta hoy como el rostro de una
generación que exigía una respuesta y mostraba su temor ante la venida
de nuevos paradigmas. Esta máscara ha quedado impregnada en los
registros de los conciertos que se dieron en todo los EE.UU. y Europa;
sobre todo en los poemas de un personaje que se convirtió en imagen de
toda una generación contradictoria y conflictuada.
Robert Baca Oviedo
the end (=
Iniciar un viaje hacia el interior de James Douglas Morrison desde
una perspectiva hasta ahora quizás no abordada, es un trabajo que
tratará de romper ciertas máscaras con las que el vocalista de The
Doors se dio a conocer en el mundo de la música y en la sociedad
norteamericana en general. La pretensión de nuevas propuestas en lo
respecta a los instrumentos musicales y la innovadora distribución de
los elementos escenográficos no sólo ha sido tema para que este grupo
haya sobrevivido a la posteridad; la primera voz de la banda se
convirtió para el otro en un producto mercantil que nos plantea el
sistema, el ídolo musical, en esa especie de modelo que la masa se
empecina a seguir. Pero a esta valoración se le adjuntó otro sentido
más dejándosele encasillar en lo que se percibió a simple vista: una
vida desbordante de escándalos donde todos los excesos forman parte de
la cotidianidad del artista musical de la década de los setentas.
Algunos críticos han obviado, entonces, aprehender el objeto variando
de perspectiva, olvidando interactuar con elementos que les parecieron
irrelevantes. El material simbólico recogido para este análisis
psicocrítico es un conjunto de poemarios publicados paralelamente a
su trabajo discográfico. Aspiramos, de esta manera, a la importancia
que tiene el texto literario dentro del campo psicoanalítico y cómo a
través de éste el artista manifiesta contenidos de su naturaleza
interna que no podrían ser previstos por los rasgos de su biografía.
Junto con algunos aspectos biográficos que nos ayudará a comprender
ciertos detalles de su comportamiento dentro del entorno social
trataremos de dar conocer cómo las categorías jungianas se
movilizaban de forma dinámica dentro de la psique de Jim Morrison.
Para el hombre la creación de juego como categoría vital primaria va
relacionada con la determinación de reglas. Éstas permiten crear un
espacio delimitado donde la actividad lúdica discurre al mismo tiempo
que comienza a conocer su situación dentro del cosmos. A partir del
juego el hombre desarrolla su capacidad creadora, transforma su realidad
a partir de sus sentidos ajustándola a sus necesidades, a sus
criterios de supervivencia. Entonces el lenguaje como actividad lúdica
esta relacionada con la creación de las primeras sociedades. El hombre
establece reglas para permanecer en armonía con el otro, para generar
un equilibrio entre su instinto y su relación con los demás y con el
mundo. Así el culto por lo sagrado se ve relacionado con el mito, las
imágenes fantásticas que explican nuestra comunión con el universo se
ven teñidas por una reproducción deliberada de nuestra imaginación. O
como diría Huizinga al momento explicar a su Homo Ludens:
“la comunidad primitiva realizaba prácticas sagradas, que le sirven para asegurar la salud del mundo, con sus consagraciones, sus sacrificios y sus misterios, en un puro juego, en el sentido verdadero del vocablo.”
“la comunidad primitiva realizaba prácticas sagradas, que le sirven para asegurar la salud del mundo, con sus consagraciones, sus sacrificios y sus misterios, en un puro juego, en el sentido verdadero del vocablo.”
Las sociedades humanas en proceso único de evolución tienen una base
en estas reglas que partieron en un principio como simple juego. La
realidad comprendida desde el punto de vista del hombre es un espacio
sagrado, un escenario donde cada personaje representa el papel que se
le asigna cumpliéndolo con seriedad, pero estas reglas pueden ser
violables siempre y cuando no desconfigure las estructura del juego. El
tramposo, entonces, puede romper reglas, pero no el mundo mismo. Es
como romper las leyes naturales que nos rigen. Pero estas sociedades no
son regidas por una enorme estructura de leyes sino que son la
conglomeración de minúsculas sociedades, donde cada conforma sus
propias reglas, como millones de cajas chinas, una dentro de otras hasta
el infinito. Así creamos espacios sagrados donde interactuamos
asumiendo la máscara que pide las leyes del juego dado: somos cristianos
dentro de una iglesia, somos el comprador dentro de un mercado donde
hay más compradores y vendedores, o somos los espectadores de un
concierto y tenemos adelante nuestro a una banda de blues donde el
vocalista canta un sueño que tuvo:
“The killer awoke before down. He put his boots on. He took the face from the ancient gallery and the walked on down the hall. He went into the room where his sister lived and then, he paid a visit to his brother and then, he walked on down the hall and he came to a door and he looked inside. Father? Yes son? I want to kill you. Mother? I want to fuck you all night, baby.”
“The killer awoke before down. He put his boots on. He took the face from the ancient gallery and the walked on down the hall. He went into the room where his sister lived and then, he paid a visit to his brother and then, he walked on down the hall and he came to a door and he looked inside. Father? Yes son? I want to kill you. Mother? I want to fuck you all night, baby.”
El inconciente de Jim Morrison presintió este principio supralógico
del Hommo Ludens. El escenario donde llevaba a cabo los conciertos era
también un espacio sagrado, un mundo con sus propias leyes, un juego
donde él y su grupo imponían sus propias reglas a la par que el público
las asumía como suyas, leyes que implican un nuevo ordenamiento natural
de las cosas, leyes donde las que se respetan fuera de ese lugar ahora
pueden ser revertidas, obviadas, anuladas con: “Father? (…) I want to
kill you”. De esta manera se creó un círculo donde se desarrollaron
sociedades alternas a la hegemónica como pequeñas tribus solidificadas
con sus principios primitivos. Pero también intuyó a la vez que el ser
humano dentro de la sociedad usaba máscaras para ser aceptado por el
otro: “[persona] es un término que realmente se presta porque (…)
significa originalmente máscara que llevaba en el escenario el actor y
que caracterizaba el papel desempeñado.” Jung construye el concepto
de persona como una máscara que aparenta individualidad a momento de
entrar en contacto con el otro, pero no es más que un papel representado
donde el que verdaderamente habla es el inconciente colectivo que se
comunica a través de manifestaciones simbólicas del individuo. La
máscara en la letra de Morrison es, además de la persona “una concepción
primitiva que sólo puede corresponder a una constitución espiritual
arcaica”. Es un juego de relaciones entre el individuo y la sociedad
que se conectan desde sus inicios. La persona de Jim dentro de un
escenario es la máscara de una psique colectiva, de una generación que
pedía a gritos el regreso del contacto equilibrante con el universo. El
hombre había dejado de lado su carácter natural, era necesario
recuperarla cuanto antes: he ahí el despojo de la ropa, el crecimiento
de las barbas como cuestionamiento de las convenciones sociales, he ahí
la necesidad un espacio nuevo donde la tribu se avoque a sus antiguos
ritos, pero para esto el inconciente colectivo se necesita una voz guía
que concilie entre ellos y el mundo: El chamán: “He took the face from
the ancient gallery and he walked on down the hall”.
Esta dicotomía de Chamán-tribu no se llegó a desarrollar solamente
en los escenarios de los conciertos en los que se presentaron durante
la época de los setenta, sino que trasladó esta función lúdica a otros
campos. A finales de 1964 estudia cinematografía en la UCLA, donde
junto con un compañero John Debella plantea el papel del chamán dentro
de la psicología de masas: “Chamanismo -dice John-. Junto con Jim
estábamos metidos en el chamanismo: el poeta inspirado. Parte de la
vaga filosofía de los estudiantes de cine de la UCLA era difuminar la
distinción entre los sueños y la realidad.” Al finalizar el primer
año Jim presenta un proyecto de cine que se encontraba instaurado
dentro del sílabo del curso: el cortometraje tenía como hilo conductor
de la historia, imágenes de danzas indias donde el Chamán provocaba
histeria colectiva a través de sus visiones, mientras él desde el filo
de un edificio citaba una frase de Nietzsche: “Las grandes cosas deben
ponerse primero máscaras aterradoras, para que puedan grabarse en el
corazón de la humanidad”.
Jim Morrison al poseer este amplio conocimiento del Chamán, abarca campos que tratan armonizar entre su inconciente individual y su yo conciente. El primero ha empezado a manifestar su superioridad frente a los demás, él como Prometeo ha robado el fuego de los dioses: “todo este material, añadido la conciencia, da como resultado un gran ensanchamiento del horizonte, un profundo conocimiento de sí mismo, al que deberíamos adjudicar la facultad de ser modesto al hombre y de humanizarlo mejor que cualquier otro factor.” El lado lúdico siente crecer dentro sí su capacidad creadora, siente que madura. Este hombre colectivo ha empecinado en poblar su conocimiento hacia la humanidad renunciando quizá a sacrificar su dicha humana y a todo lo que le da sentido y forma al hombre común de su sociedad. Jim ha comenzado a desdeñar su lado humano para potenciar su lado creativo: “Lo humano se sacrifica y se desangra en el artista, no pocas veces para alimentar la parte creadora.” Los poemas de Jim Morrison dan a conocer este estado del artista una constante dualidad entre estos dos mundos el individual y el colectivo. Y cómo estos luchan entre sí para, a veces, liberarse el uno del otro. Pero antes de tocar el punto. Quisiera comenzar con un poema que podría explicar cómo en Jim Morrison se da una identificación y un aferramiento a los valores enterrados en la psique colectiva:
“Mira donde celebramos nuestro culto. Todos vivimos en ciudad. La ciudad forma –a veces física, pero psíquicamente a la fuerza- un círculo. Un juego.”
Según Jung cuando los contenidos inconcientes llegan a la conciencia, ésta puede ser perjudicial para el individuo: puede pasar por diferentes etapas desde a una esquizofrenia hasta llegar asimilarlo como suyos o simplemente crear seres estrafalarios que puedan pertenecer a un orden poseedores de poder que sólo les es dado a ellos, privándolos de sus propios deseos: “el inconciente no sabe sólo desear, sino sabe abolir de nuevo nuestros propios deseos.” Las manifestaciones del inconciente de Morrison lo asimilaron hasta tal punto que él y el público llegaron a creer necesario su plan reivindicador del mundo. La función de profeta se inmiscuyó en la necesidad que este público le exigía traspasar toda la estructura del juego que se daba en los conciertos hasta a las estructuras de la ciudad. El inconciente colectivo pedía, ahora, transpolar a otros juegos la misma máscara, El chamán debía dirigirse a la ciudad. La venida del massmedia contribuyó a que la sociedad devorara la imagen del ídolo, que lo viera como la imagen sexual creadora y cuestionadora de la época, un pequeño dios de barro que al adorarle éste difuminaba la realidad que no querían representar; esa realidad de Vietman, de la guerra fría: “pues cuanto mayor
es el número de individuos que se juntan, tanto más se destruyen los factores individuales y por ende también la moralidad basada totalmente en la sensibilidad moral del individuo y en la libertad imprescindible para la misma.” El chamán ha olvidado que la ciudad tiene varios círculos, varios centros con reglas distintas. Ha olvidado que la única manera de escapar de la realidad es creando millones de circunferencias llameantes dentro de la gran esfera con simultáneos centros.
Jim Morrison al poseer este amplio conocimiento del Chamán, abarca campos que tratan armonizar entre su inconciente individual y su yo conciente. El primero ha empezado a manifestar su superioridad frente a los demás, él como Prometeo ha robado el fuego de los dioses: “todo este material, añadido la conciencia, da como resultado un gran ensanchamiento del horizonte, un profundo conocimiento de sí mismo, al que deberíamos adjudicar la facultad de ser modesto al hombre y de humanizarlo mejor que cualquier otro factor.” El lado lúdico siente crecer dentro sí su capacidad creadora, siente que madura. Este hombre colectivo ha empecinado en poblar su conocimiento hacia la humanidad renunciando quizá a sacrificar su dicha humana y a todo lo que le da sentido y forma al hombre común de su sociedad. Jim ha comenzado a desdeñar su lado humano para potenciar su lado creativo: “Lo humano se sacrifica y se desangra en el artista, no pocas veces para alimentar la parte creadora.” Los poemas de Jim Morrison dan a conocer este estado del artista una constante dualidad entre estos dos mundos el individual y el colectivo. Y cómo estos luchan entre sí para, a veces, liberarse el uno del otro. Pero antes de tocar el punto. Quisiera comenzar con un poema que podría explicar cómo en Jim Morrison se da una identificación y un aferramiento a los valores enterrados en la psique colectiva:
“Mira donde celebramos nuestro culto. Todos vivimos en ciudad. La ciudad forma –a veces física, pero psíquicamente a la fuerza- un círculo. Un juego.”
Según Jung cuando los contenidos inconcientes llegan a la conciencia, ésta puede ser perjudicial para el individuo: puede pasar por diferentes etapas desde a una esquizofrenia hasta llegar asimilarlo como suyos o simplemente crear seres estrafalarios que puedan pertenecer a un orden poseedores de poder que sólo les es dado a ellos, privándolos de sus propios deseos: “el inconciente no sabe sólo desear, sino sabe abolir de nuevo nuestros propios deseos.” Las manifestaciones del inconciente de Morrison lo asimilaron hasta tal punto que él y el público llegaron a creer necesario su plan reivindicador del mundo. La función de profeta se inmiscuyó en la necesidad que este público le exigía traspasar toda la estructura del juego que se daba en los conciertos hasta a las estructuras de la ciudad. El inconciente colectivo pedía, ahora, transpolar a otros juegos la misma máscara, El chamán debía dirigirse a la ciudad. La venida del massmedia contribuyó a que la sociedad devorara la imagen del ídolo, que lo viera como la imagen sexual creadora y cuestionadora de la época, un pequeño dios de barro que al adorarle éste difuminaba la realidad que no querían representar; esa realidad de Vietman, de la guerra fría: “pues cuanto mayor
es el número de individuos que se juntan, tanto más se destruyen los factores individuales y por ende también la moralidad basada totalmente en la sensibilidad moral del individuo y en la libertad imprescindible para la misma.” El chamán ha olvidado que la ciudad tiene varios círculos, varios centros con reglas distintas. Ha olvidado que la única manera de escapar de la realidad es creando millones de circunferencias llameantes dentro de la gran esfera con simultáneos centros.
Para 1970, Jim Morrison publica un poemario Llamado “La Celebración
del lagarto” donde algunas imágenes se muestran como reflexiones de
antiguas manifestaciones individuales de su inconciente, narra la
historia desde un presente donde ya tiene un conocimiento total del
sí-mismo. Prepara el regreso del Chamán, pero siendo conciente del
motivo de su alejamiento de la tribu y cómo la locura lo ayudó
encontrar esta armonía consigo mismo, la reparación de su alma rota.
Postula el retraimiento de la sociedad como la única manera de resaltar
sus valores individuales, abandonar su entorno huir hacia su interior
dejando que lo domine, es la única salida para no sumirse al
inconciente colectivo: “I am the Lizzard King. I can do anything”. La
sociedad es un mounstro que puede devorarlo, una bestia que si se deja
tragar puede anular su verdadero yo: “lobos en las calles y perros
vagabundos/ en celo, rabiosos, que echan espuma por la boca./ Una fiera
enjaulada en el corazón de la ciudad/ el cuerpo de su madre/ se pudre
en suelo estival/ Él huyo de la ciudad.” Reflexiona sobre la sociedad
como un caos donde él forma parte de sus estructuras. Pero ahora ha de
dejar de ser un simple espectador para convertirse en un actante; en la
fantasía de la ficción literaria él Chamán ha decidido alejarse de su
tribu para limpiarse el corazón, el alma de los atributos banales de su
pueblo: “se dirigió al sur y cruzó la frontera/ Abandonó el caos y el
desorden/ les dio la espalda”. La madre ya no es el objeto del dominio
contemplativo con la que puede tener un acercamiento carnal, la madre
muerta representa ahora la violación del orden lúdico que se planteó
anteriormente en el pasaje de The end, se ha destruido el mundo del
juego. Sin leyes que el Chamán ya no pueda instaurar, es mejor huir del
él y su función dentro de su tribu. Inicio de la manifestación
inconciente individual: “viene hacia aquí/ no puedo vivir cada siglo de
sus lentos movimientos/ dejo deslizar mi me mejilla/ por las frescas y
suaves baldosas/ sentir el contacto de la sangre fría y viva/ los
suaves silbidos de las serpientes de lluvia.” Ha limpiado con la
naturaleza las máculas que le dejó el ser humano, la corrupción de su
alma entre la multitud se la lleva las serpientes de lluvia, lo no
hombre, lo colectivo. Dentro de la cosmogonía cristiana la serpiente,
representa la antagonía del dios bondadoso, el rey de las sombras. El
lado oscuro de la creación, el guardián del pecado: “De todos los
árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia y del
mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás”. Así la máscara de la serpiente se ha apoderado de Jim, es
una manifestación simbólica de lo individual, de lo prohibido en el
ordenamiento del mundo. Porque al tener ese desligamiento con el padre
que representa la sociedad, ahora puede hacer lo que su inconciente
mande: Es el rey Lagarto y puede hacerlo todo. El chamán de alguna
forma ha llamado a sus antiguos divinidades para que lo purifiquen: “se
trata de una imagen primitiva y genuina de la divinidad, surgida en el
inconciente de una persona moderna y productora de efecto vivo”.
Para Jung, esta imagen primitiva se presenta en el individuo a través
de las fantasías. El carácter etimológico de la serpiente ha de ser
desconocido para Morrison a primera vista, pero según se tiene
entendido al estudiar éste chamanismo hubo de tener bastante relación
con el conocimiento de los reptiles como simbología de alguna divinidad
india o al menos sobrentender las categorías cristianas a través de la
criptomnesia.
Como habíamos dicho el Chamán está narrando su proceso de
alejamiento de la tribu y lo que sucedió en su etapa curativa, desde un
presente que se implica en el poemario: “antaño tenía un juego
inocente/ me gustaba arrastrame por el interior de mi cerebro/ creo que
conoces a ese juego al que me refiero/ me refiero a ese juego llamado
volverse loco”. La locura tiene aquí un carácter de renuncia a todo
tipo de relaciones con el otro. Pero parte de un manera conciente, pasa
por un proceso de rechazar el mundo que lo rodea para comunicarse con
su mundo interior, y luego descarga todos los contenidos inconcientes
que se acumulaban y no eran expulsados concientemente. A sus inicios se
da un proceso de “individualismo [que para Jung significa] una
acentuación de la supuesta singularidad, en contraposición a
miramientos y obligaciones colectivas”. El juego, y sobre todo el juego
de la locura son estados concientes e inconcientes a la vez, donde la
reclusión trae consigo consecuencias aislantes y nada aceptables para
su entorno. Jim Morrison acentúa su adicción desmesurada al sexo,
drogas y alcohol en esta etapa su vida. Estos excesos son
manifestaciones del inconciente, se presentan como actos subversivos
contra una presión moral de una sociedad protestante que categorizaba
todo acto bajo las calificaciones de una correcta integración social o
de lo contrario un rechazo al individuo: “Sin embargo, Jim había
empezado a despreciar a sus seguidores. Llevaba meses escupiendo al
público (o a la imagen que éste sentía de él) y emborrachándose
tanto que en las actuaciones solían sentirse”. Pero el acompañamiento de alucinógenos en su cotidianeidad formaba parte de la filosofía del Chamán la cual éste compartía: “Relájate, estamos abriéndonos paso hacia el otro lado. / Retrocedemos hasta lo más profundo del cerebro/ retrocedemos más allá de mi dolor/ donde no llueve jamás”. Sus planteamientos llegaron a coincidir con algunas tesis de Octavio Paz. Aunque los dos abordaron el tema de la comunión con el mundo de maneras muy distintas y con fines totalmente antagónicos, el valor reside que ambos conciben al poeta como un chamán como un mediador entre el universo y el hombre, un ser incomprendido por la sociedad que lo ignora: “la sociedad moderna no puede perdonar a la poesía su naturaleza: le parece sacrílega. Y aunque esta se disfrace, acepte comulgar en el mismo altar común y luego justifique con toda clase de razones su embriaguez, la conciencia social la reprobará siempre como un extravío o como una locura peligrosa. El poeta tiende a participar en el absoluto como el místico; y tiende a expresarlo, como la liturgia y la fiesta religiosa. Esta pretensión lo convierte en un ser peligroso, pues su actividad no beneficia a la sociedad.”
Tras toda la etapa de dominio que ejerce el inconciente sobre el conciente, el individuo ha de correr el peligro que sus intereses primarios con la colectividad se queden dispersos sin poder entrar en el conciente. Jung plantea que la única manera de destruir esta etapa egoísta es conociéndose a sí mismo a través de la conversión del individuo, es decir, la individuación. Con esto no se quiere decir que el hombre esté cayendo en otra etapa de egoísmo sino que busca la plenitud de su peculiaridad, esto difiere enormemente del primero: “la finalidad de la individuación no es otra cosa que liberar el sí mismo, por un lado de los envoltorios postizos de la persona y, por otro, del poder sugestivo de las imágenes inconcientes.” El chamán del poemario es conciente que después de sumergirse en sus más profundos laberintos, de explorar espacios que sin su inconciente no habría podido contemplar su verdadera condición frente al mundo: “durante siete años viví/ en el disoluto palacio del exilio/ y jugué a extraños juegos/ con las chicas de las islas”. O como lo diría en una entrevista que dio en 1969 en Los Ángeles: “Digamos que estaba probando los límites de la realidad. Tenía curiosidad por ver que pasaría. Eso era todo: simple curiosidad.” En la última etapa de “La celebración del Lagarto” Jim Morrison ha demostrado sobrevivir a los conflictos que suele desencadenar el desequilibrio entre estas dos potencias. Ahora está dispuesto a ingresar al anillo de fuego, esta listo para comunicarse con su aldea que ha dejado hace años, ha pactar otra vez la comunicación con la tierra para que su tribu se cure: “Ahora he regresado/ al país del justo, del fuerte y del sabio./ Hermanos y hermanas del pálido bosque/ Oh, hijos de la noche/ ¿Quién entre vosotros se unirá a la caza? Ahí está la noche con su púrpura legión./ Regresad a vuestras tiendas, a vuestros sueños./ Mañana entraremos en la ciudad donde nací./ Quiero estar preparado”. Pero el conocimiento de su individualidad es demasiado tarde para poder curar a la tribu. Al Chamán se le ha otorgado otra visión: “el hombre promedio, único tipo reconocido por la sociedad tiene que dedicar su cabeza a un sola cosa, para poder producir el trabajo que valga.” Jim al conocerse a sí mismo sabe que la humanidad está aún en un estado infantil donde los hombres necesitan aún de la autoridad, la dirección y la ley. Sólo muy pocos están llamados para ejecutar este trabajo. Ellos no han de tomar esta tarea, sino es por una necesidad interna o como el mismo Jung diría: “Muchos son los llamados, muy pocos los elegidos”. Para Jung con el fin de la individuación se alcanza la sensación del sí-mismo, es algo que se ha conseguido muy lentamente y se hizo experimentable mediante esfuerzos y fatigas donde el yo no conforma un súbdito, es una máscara que gira alrededor ella. Jim Morrison experimentó estas extenuaciones para poder llegar conocerse a sí mismo “le toce el muslo y la muerte me sonrió”. Entonces el sí-mismo como conformación total del ser, sólo es posible ser sentida con la muerte: “el sí mismo es también el fin de la vida, es la más completa expresión de esa combinación del destino, que se llama individuo, y no solo le es el del individuo aislado, sino de todo un grupo en que uno completa al otro hasta obtener la imagen acabada.”
tanto que en las actuaciones solían sentirse”. Pero el acompañamiento de alucinógenos en su cotidianeidad formaba parte de la filosofía del Chamán la cual éste compartía: “Relájate, estamos abriéndonos paso hacia el otro lado. / Retrocedemos hasta lo más profundo del cerebro/ retrocedemos más allá de mi dolor/ donde no llueve jamás”. Sus planteamientos llegaron a coincidir con algunas tesis de Octavio Paz. Aunque los dos abordaron el tema de la comunión con el mundo de maneras muy distintas y con fines totalmente antagónicos, el valor reside que ambos conciben al poeta como un chamán como un mediador entre el universo y el hombre, un ser incomprendido por la sociedad que lo ignora: “la sociedad moderna no puede perdonar a la poesía su naturaleza: le parece sacrílega. Y aunque esta se disfrace, acepte comulgar en el mismo altar común y luego justifique con toda clase de razones su embriaguez, la conciencia social la reprobará siempre como un extravío o como una locura peligrosa. El poeta tiende a participar en el absoluto como el místico; y tiende a expresarlo, como la liturgia y la fiesta religiosa. Esta pretensión lo convierte en un ser peligroso, pues su actividad no beneficia a la sociedad.”
Tras toda la etapa de dominio que ejerce el inconciente sobre el conciente, el individuo ha de correr el peligro que sus intereses primarios con la colectividad se queden dispersos sin poder entrar en el conciente. Jung plantea que la única manera de destruir esta etapa egoísta es conociéndose a sí mismo a través de la conversión del individuo, es decir, la individuación. Con esto no se quiere decir que el hombre esté cayendo en otra etapa de egoísmo sino que busca la plenitud de su peculiaridad, esto difiere enormemente del primero: “la finalidad de la individuación no es otra cosa que liberar el sí mismo, por un lado de los envoltorios postizos de la persona y, por otro, del poder sugestivo de las imágenes inconcientes.” El chamán del poemario es conciente que después de sumergirse en sus más profundos laberintos, de explorar espacios que sin su inconciente no habría podido contemplar su verdadera condición frente al mundo: “durante siete años viví/ en el disoluto palacio del exilio/ y jugué a extraños juegos/ con las chicas de las islas”. O como lo diría en una entrevista que dio en 1969 en Los Ángeles: “Digamos que estaba probando los límites de la realidad. Tenía curiosidad por ver que pasaría. Eso era todo: simple curiosidad.” En la última etapa de “La celebración del Lagarto” Jim Morrison ha demostrado sobrevivir a los conflictos que suele desencadenar el desequilibrio entre estas dos potencias. Ahora está dispuesto a ingresar al anillo de fuego, esta listo para comunicarse con su aldea que ha dejado hace años, ha pactar otra vez la comunicación con la tierra para que su tribu se cure: “Ahora he regresado/ al país del justo, del fuerte y del sabio./ Hermanos y hermanas del pálido bosque/ Oh, hijos de la noche/ ¿Quién entre vosotros se unirá a la caza? Ahí está la noche con su púrpura legión./ Regresad a vuestras tiendas, a vuestros sueños./ Mañana entraremos en la ciudad donde nací./ Quiero estar preparado”. Pero el conocimiento de su individualidad es demasiado tarde para poder curar a la tribu. Al Chamán se le ha otorgado otra visión: “el hombre promedio, único tipo reconocido por la sociedad tiene que dedicar su cabeza a un sola cosa, para poder producir el trabajo que valga.” Jim al conocerse a sí mismo sabe que la humanidad está aún en un estado infantil donde los hombres necesitan aún de la autoridad, la dirección y la ley. Sólo muy pocos están llamados para ejecutar este trabajo. Ellos no han de tomar esta tarea, sino es por una necesidad interna o como el mismo Jung diría: “Muchos son los llamados, muy pocos los elegidos”. Para Jung con el fin de la individuación se alcanza la sensación del sí-mismo, es algo que se ha conseguido muy lentamente y se hizo experimentable mediante esfuerzos y fatigas donde el yo no conforma un súbdito, es una máscara que gira alrededor ella. Jim Morrison experimentó estas extenuaciones para poder llegar conocerse a sí mismo “le toce el muslo y la muerte me sonrió”. Entonces el sí-mismo como conformación total del ser, sólo es posible ser sentida con la muerte: “el sí mismo es también el fin de la vida, es la más completa expresión de esa combinación del destino, que se llama individuo, y no solo le es el del individuo aislado, sino de todo un grupo en que uno completa al otro hasta obtener la imagen acabada.”
Jim Morrison en el último año de su vida presintió las sospechas de
Jung. De Alguna manera rechazó volver a ser el chamán del público. Su
retiro de los escenarios hizo prever, que el Chamán se había
consolidado una nueva comunión mucho más globalizante: Jim tenía un
aspecto más saludable que el habitual. Se había afeitado y había
adelgazado un poco, y de vestuario también se notaba. Ahora llevaba
camisas abrochadas, pantalones de color caqui y jersey de pico. Las
botas Frey, gastadas y casi podridas, seguían aún con él. Estaba a
punto de crear un solo círculo armónico del que hablaba Jung: La
humanidad y él mismo conformarían un solo equilibrio: la verdadera
comunión con el inconciente colectivo. Esto sólo lo habría de ofrecer
la poesía. Entonces se transformó en presagio a través de sus poemas:
“Nos esperan para llevarnos/ al jardín divino/ ¿conoces la palidez y el
impúdico temblor de la muerte?” Jim Morrison al poseer la dualidad del
artista, su proceso impersonal, lo llevó a sacrificarse de alguna
manera sobre los demás. Él previó la relación chamán-tribu que se
realizaban en los teatros o en los estadios no era suficiente, tuvo que
sacrificar su máscara para otorgarse una más totalizante. Su hecho
creador se apoderó de él para dar a conocer a través de su cuerpo la
obra artística que revelaba los secretos omnipotentes del inconciente
colectivo. Esta máscara perdura hasta hoy como el rostro de una
generación que exigía una respuesta y mostraba su temor ante la venida
de nuevos paradigmas. Esta máscara ha quedado impregnada en los
registros de los conciertos que se dieron en todo los EE.UU. y Europa;
sobre todo en los poemas de un personaje que se convirtió en imagen de
toda una generación contradictoria y conflictuada.
Robert Baca Oviedo
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